martes, 17 de abril de 2012

STEVE JOBS (Iván Soto San Andrés)



Steve Jobs, como la película deja entrever, era una persona excéntrica, poco sociable, carismática y ambiciosa. Pero, sobre todo, -y en esto creo que la película se queda un poco corta- Jobs era un visionario. El hecho de que se paseara por la oficina descalzo y se refrescara los pies en el inodoro; que tardara muchos años en reconocer a su hija, a pesar de que sabía que era el padre; que presionara a sus empleados para que trabajaran 90 horas a la semana; o que no tuviera reparos en lanzar críticas demoledoras contra aquello que no le gustaba, se queda en pura anécdota al lado de su faceta de creador. Jobs no sabía programar –algo por lo que Bill Gates le desdeñaba- y, a diferencia de su socio Wozniak, nunca pasó de ser un aficionado a la electrónica; y sin embargo, tenía una intuición genial a la hora de concebir productos  dirigidos a revolucionar un mercado ya existente o, simplemente, a crearlo de la nada.

Jobs no fue solo el fundador de Apple, junto a Woz, sino además  el alma mater de esta y de las otras dos empresas altamente innovadoras  a las que se vinculó. Es conveniente recordar que Jobs no ocupó el puesto de CEO (consejero delegado, por sus siglas en inglés) en su primera etapa en Apple, salvo cuando esta no era más que una start-up. No obstante, su visión y su liderazgo fueron fundamentales para el desarrollo de los nuevos equipos, sobre todo Lisa y Macintosh en su primer periodo en la empresa, y toda la gama de iproducts tras su retorno en 1997.

Steve Jobs abandonó Apple en 1985, tras un penoso proceso que comenzó cuando John Sculley, consejero delegado que trajo él mismo, convenciera al  consejo de administración de la conveniencia de apartar a este de toda responsabilidad operativa. Las razones que se hallan detrás de esta decisión fueron los malos resultados de ventas del Macintosh, la desunión generada en el seno de la empresa por la actitud sectaria de Jobs y su equipo así como el cada vez más preocupante temperamento del fundador. El fundador de Apple trató  de que junta directiva le designara como primer ejecutivo de la empresa intuyendo las maniobras que ya estaba haciendo Sculley para desacreditarle ante el máximo órgano rector de la compañía, pero este le ganó la partida y finalmente Jobs tuvo que dejar la empresa que él mismo había creado.


         
No obstante, Jobs volvería triunfante en 1997 a Apple, en un intento casi desesperado de su consejo de administración por frenar el incesante declive de la empresa. En esta ocasión, Jobs enseguida asumiría el cargo de CEO que en su día diputó a Scully. En el ínterin de 12 años,  había fundado NextComputers, una compañía dedicada a producir equipos informáticos para universidades y centros de investigación, y adquirió una pequeña subsidiaria de la productora Lucasfilm, que se convertiría bajo su batuta en la célebre Pixar. La primera no tuvo demasiado éxito, aunque el sistema operativo del ordenador Next serviría de base para el nuevo Mac, pero la segunda supuso un antes y un después en la industria de la animación cinematográfica, llegando incluso a hacer sombra a latodopoderosa Disney.

La motivación de Steve Jobs en todos sus proyectos empresariales era hacer las cosas de una forma que nadie lo había hecho antes, crear un producto rompedor que revolucionara su industria y  cambiara la manera en que la gente piensa e interactúa con él. Algo que, según sus propias palabras, solo se puede conseguir si uno ama lo que hace  en su trabajo. En cuanto a su ideología, tiene mucho que ver con la búsqueda constante de la innovación y  la perfección en el desarrollo de nuevos productos, así como con la obsesión por dotar de alma a las creaciones a través de la fusión  de diseño y  tecnología. Esta particular  filosofía de Jobs queda bien sintetizada en la siguiente cita:  “ser el más rico del cementerio no es lo que más me importa... Acostarme por la noche y pensar que he hecho algo genial. Eso es lo que más me importa.”

Fuentes: wikipedia; wikiquote; W. Isaacson (2011), "Steve Jobs, la biografía". Debate, Madrid. 

2 comentarios:

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  2. En esa curiosa batalla que siempre ha existido entre el inventor (o creador) y el empresario (el que distribuye el producto) siempre he tenido claro quién se ganaba mis simpatías. Nunca he estado de lado del vil metal, quizá porque nunca lo he tenido "a mano" en abundancia. En esta película en la que hay dos claros protagonistas hoy convertidos en personajes históricos (Jobs y Gates) esos roles parecen claramente repartidos. Jobs, el hombre de camiseta negra y pantalón vaquero que con entusiasmo presentaba sus nuevas creaciones ante una audiencia mundial expectante, a pesar de ser déspota y tener mal genio, conquistó el corazón de los "geeks". Gates ya no creo que pueda conseguirlo, pero siempre podrá volver a ser el hombre más rico del mundo y arrebatarle el trono de Forbes a Carlos Slim. Cada cual, a lo suyo.

    Manuel R. Cano Rincones

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